jueves, 12 de abril de 2018

DANZA MORTAL


Calentura intensa, que incendia sus vidas,
calosfríos convulsos que traspasan almas
de cuerpos marchitos, que buscan en brumas,
que ya no traspasan ojos de lagañas.

La pálida piel  que cubre los huesos,
de seres tirados en sucio y duro suelo,
que garras extienden, en plegaria al cielo.
Claman por un alma que les de consuelo.

Todo lo que hubo con sudor y esfuerzo,
Se esfumó buscando un poco de alivio,
que el estado, padre malvado y sin alma,
les negó y les niega, claro genocidio.

Un extenso río de diezmados cuerpos,
recorre mi pueblo caído en desgracia.
Donde mientras unos bailan, al ritmo de salsa,
mortal convulsión, para otros es la danza.

domingo, 1 de abril de 2018

“Por que buscan entre los muertos al que ha resucitado”

María madre de Jesús, junto a Juan y otras mujeres, ayudadas por Nicodemo y José de Arimatea, sacerdotes judíos que seguían las enseñanzas de Jesús y por algunos soldados romanos, bajaron al Maestro de la Cruz y haciendo una ligera preparación del cadáver, corrieron a sepultarlo en un lugar comprado por José de Arimatea. La preparación fue superficial porque se acercaba el sábado. Es necesario recordar que para los judíos, el día comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde, y siendo viernes, víspera de pascua, tenían prohibido realizar una serie de innumerables actividades.
Al tercer día……
Ruido de arrastrar de piedras, luz enceguecedora, una sábana que parece irse desinflando lentamente, como si el ser al que está cubriendo, se fuera esfumando, desapareciendo bajo la tela. Y…. vemos aparecer de repente, aquel hombre desnudo, con las señales de la crucifixión marcadas en sus manos.
El hombre cubierto con esa sábana, no se levantó simplemente y caminó hasta salir de la cripta, ¡No! 

¡Él RESUCITÓ!
.
El evangelio de Juan refiere: El primer día de la semana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a visitar el sepulcro. Vio que la piedra de entrada estaba removida. Fue corriendo en busca de Pedro y del otro discípulo, el amigo de Jesús y les dijo “Han sacado al Señor de la tumba” Pedro y el otro discípulo partieron al sepulcro. Corrían los dos juntos. El otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero. Se agachó, vio los lienzos en el suelo, pero no entró.
Después llegó Pedro. Entró y vio los lienzos en el suelo. El sudario que había cubierto el rostro de Jesús no estaba junto con las vendas, sino aparte y doblado. El otro discípulo, entró de nuevo vio y creyó. Aun no habían comprendido la escritura. (Juan 20, 1-9)
El otro discípulo al que se refiere Juan, es él mismo, el discípulo amigo de Jesús (el único que le acompaño durante su pasión y muerte). En este pasaje hay que hacer una referencia importante. La traducción actual de la Biblia relata que al entrar vieron los lienzos en el suelo y el sudario aparte y doblado (releamos esta parte del evangelio). Sin embargo existen errores en la traducción de algunas palabras.
Al ver los lienzos en el suelo y el sudario aparte, podemos pensar que en realidad alguien pudo haber robado el cadáver, pero para que molestarse en colocar el sudario doblado en otro sitio, simplemente lo hubieran tirado. También podría pensarse que aquel cuerpo maltratado hasta la muerte se levantó, se quitó la sabana que le cubría (la cual debió haber estada pegada a las heridas sangrantes) se fue y dejó tirados en el suelo la tela y el sudario.
La traducción del Códice Alexandrinus que data del siglo V, dice algo diferente y que si coincide con lo que allí pudo haber sucedido: “Y el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al monumento. Se agachó y  vio los lienzos ALLANADOS, pero no entró. Después llegó Pedro, entró y vio los lienzos ALLANADOS y El SUDARIO que estuvo sobre la cabeza de Jesús, NO al igual que los lienzos, ALLANADO, sino al contrario, ENRROLLADO EN SU SITIO. El otro discípulo, entró de nuevo vio y creyó.
¡Como cambian algunas palabra el significado de una frase y hasta de la historia! Como vimos, en la versión actual los lienzos o vendas estaban por el suelo. El Códice Alexandrinus repite en dos ocasiones que los lienzos estaban allanados, llanos, extendidos, no abultados, ni  tirados, sino en su sitio, como si el ser que allí estuvo, hubiera salido sin tocarlos.
En lo que respecta al sudario, la traducción actual también comete similar error. El Códice dice que el sudario estaba en su lugar, ¿y cual era el lugar del sudario? Colocado, enrollado sobre la cabeza de Jesús; no estaba allanado, estaba en el sitio que había ocupado la cabeza del Maestro, ¡seguía enrollado bajo la sábana! Esto si pudo generar tal asombro en los discípulos, que Juan, “vio y creyó”. Si simplemente hubieran visto los lienzos tirados, pues hubieran pensado que alguien habría robado el cadáver.

Los estudios científicos realizados a la Sabana de Turín describen que el ser que estuvo cubierto por ella, en un momento se volatilizó prácticamente, dejando marcada indeleblemente la imagen de un hombre que había sido martirizado. Pero no una pintura o unos manchones de sangre. Una marca que en 1898 al ser fotografiado la sábana, mostró en negativo, antes de revelar la foto, la imagen que posteriormente se ha logrado comprobar que es una figura tridimensional; que no pudo haber sido pintada o dibujada como dicen sus detractores, sino que fue estampada allí al ocurrir un fenómeno que hasta ahora no ha podido ser explicado científicamente sino con una sola palabra. ¡RESUCITÓ!